Así es el nuevo techo de palio de Santa María del Monte Calvario
04/02/2023 PatrimonioLa obra, bordada en el taller granadino de Jesús Arco, podrá ser visitada en la Iglesia de San Julián desde el domingo 5 al martes 7 de febrero
La Hermandad del Monte Calvario ha presentado el nuevo techo de palio de su Sagrada Titular, en el transcurso de un acto que tuvo lugar el sábado 4 de febrero en la Iglesia de San Julián. La pieza viene a culminar el proyecto ideado por el diseñador Eloy Téllez Carrión en 2010, bordada en el taller granadino de Jesús Arco López. Por su parte, la «gloria» ha sido diseñada por Fernando Prini Betés. Completa el conjunto un grupo de angelitos tallados en marfil por el imaginero Juan Manuel Parra.
Descripción del techo de palio
El palio representa un frondoso y tupido jardín, colmado de frutos, flores y hojas, cuya composición sigue un patrón geométrico, al estilo de las alfombras persas. El centro es un medallón de contorno mixtilíneo: la gloria. En torno a ella se encuentra la parte más densa y rígida de la obra, conformada por ricas molduras gallonadas que se entrecruzan -con predominio de hojilla y cartulina- formando un voluminoso marco que nos recuerda a una armadura mudéjar. En ella se incrustan cuatro querubines plañideros, labrados en marfil por Juan Manuel Parra, con alas ejecutas en lentejuela de nácar y canutillo inglés, que custodian el centro de este jardín.
El motivo iconográfico de la gloria es el Monte Calvario -aludiendo directamente a la advocación de la Virgen- que está representado con el emblema de las tres cruces, tejidas en jiraspe de seda marrón y oro, erigidas sobre un montículo rocoso ejecutado en hilo de muestra, a semejanza de los bordados decimonónicos característicos de las hermanas Antúnez. Es la única parte del proyecto que Eloy no llegó a dibujar, debiéndose su diseño a la mano de Fernando Prini.
De este centro parten cuatro ejes, como si de los cuatro ríos del paraíso se trataran, de los que emerge toda la vegetación. Destacan las características piñas distribuidas por todo el techo y las bambalinas, en las que magistralmente Eloy realizó una síntesis entre el motivo oriental de cachemir y la rocalla barroca. Este ornamento está presente en varias piezas suntuarias de la hermandad como el puñal, la corona, la saya y el guion. En el palio las encontramos con diferentes variaciones en su diseño, así como ejecutadas con diversas técnicas e hilos: hojilla, cartulina, lentejuelas…
Orla toda el perímetro del techo una gran cenefa compuesta por seis ricas cartelas, en cuyo interior vemos de nuevo las inconfundibles piñas, y a su vez enmarcadas por dos elegantes grecas vegetales en las que destacan las aspas de cartulina al aire. La exterior se ve interrumpida a cada tramo por los marcos de las cartelas, haciendo un juego de entrantes y salientes que aporta gran plasticidad y dinamismo al conjunto.
En las bambalinas estas mismas cartelas se suceden, convirtiéndose en vanos velados con malla tejida en oro, sobre la que se intercalan las piñas y flores de simbología mariana matizadas realizadas en coloridos jiraspes.
Aquí las cartelas se engarzan unas a otras gracias a unas lacerías de cartulina que convergen en una rueda de la eternidad, que está presente también en el techo así como en el cajillo del trono. Cada bambalina se encuentra rematada por un espeso fleco de camaraña, confeccionado a mano en la centenaria Casa Rodríguez de Sevilla, de donde también proceden las borlas de tocón llamadas catedralicias.
Desde un punto de vista iconográfico este jardín nos lleva al misterio de nuestra redención en la cruz. Si en el paraíso primitivo, Adán, desobedeciendo el mandato divino, tomaba el fruto del árbol prohibido y sumía a la humanidad en el pecado y la muerte, en este Edén transfigurado, Cristo, con su obediencia, ha regenerado a la humanidad en el árbol de la cruz, conduciéndolo a la gracia y la vida eterna. Aunque las escaleras y el sudario hacen referencia a la pasión, el madero, brilla y resplandece glorioso sobre un fondo tejido completamente en oro de bella puntada romboidal, que nada tiene que ver con los característicos celajes nublados de los calvarios naturalistas.